CON EL PODER EJECUTIVO Y LEGISLATIVO
Un psicópata aparece en lo alto del risco. Tú te encuentras debajo y levantas la cabeza. Éste se asoma, te mira directamente a los ojos, se baja la cremallera del pantalón y una fina lluvia dorada rocía tu cara. Desconcertado, sin saber muy bien qué hacer, miras alrededor y ves al resto de tus conciudadanos aplaudiendo, por lo que comienzas tú también a aplaudir. Piensas, al fin y al cabo, que ése es tu psicópata, el que has elegido.
CON EL PODER JUDICIAL
Un personaje serio, enlutado y embozado aparece en lo alto del risco. Tú te encuentras debajo y levantas la cabeza. Éste se asoma, te mira a los ojos, se baja la cremallera del pantalón y una fina lluvia dorada rocía tu cara. Desconcertado, sin saber muy bien qué hacer, miras a tu alrededor y ves a tus conciudadanos, igualmente perplejos, que se miran entre sí y comienzan a aplaudir tímidamente, por lo que haces tú lo propio. El miccionador misterioso levanta su máscara y descubre su rostro. Es el mismo psicópata de antes, ése que has elegido. Algo más aliviado, te tranquilizas y sigues aplaudiendo con más entusiasmo.
CON LA JEFATURA DEL ESTADO
Un señor alto y uniformado, claveteado de medallas, aparece en lo alto del risco. Tú te encuentras debajo y levantas la cabeza. Lo cierto es que andas ya un poco molesto con eso de que te orinen encima y temes lo peor. Éste se asoma, te mira a los ojos. Mientras a su espalda aparece el psicópata de antes, ese que has elegido, le toma por la cintura, le baja la cremallera del pantalón, escarba en su entrepierna y, segundos después, una fina lluvia dorada vuelve a rociar tu cara. Bastante indignado, sin saber muy bien qué hacer, miras a tu alrededor y compruebas que tus conciudadanos aplauden entusiastamente, por lo que comienzas tú también a aplaudir. A ver, ¿qué vas a hacer si no?, ¡es el jefe del Estado!
CON EL GOBIERNO TERRITORIAL
Un corro alborozado de personajes cogidos de la mano aparecen en lo alto del risco. Tú te encuentras debajo y levantas la cabeza. Uno por uno, en riguroso orden jerárquico, se asoman, te miran fijamente a los ojos, se bajan la cremallera del pantalón y una fina lluvia dorada rocía tu cara. A estas alturas has dejado ya de sentirte molesto e indignado; en definitiva, no es tan malo eso de que te orinen encima. Ya no es necesario que mires alrededor, sabes que tus conciudadanos están aplaudiendo a rabiar. Al fin y al cabo, piensas, son los psicópatas que hemos elegido, los nuestros, los de la tierra.
Muy bien retratado. Gracias