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SUS CONDICIONES, SUS RESTRICCIONES, TU NUEVA LIBERTAD.

2. La monitorización ciudadana.


Denunciaba en el artículo anterior la obsesiva necesidad que muestran nuestros gobernantes y esbirros administrativos (todos ellos títeres, a su vez administrados por otros) por controlar cada uno de nuestros ámbitos diarios, nuestras actividades y, particularmente, por inmiscuirse en nuestra privacidad e intervenir todos y cada uno de los movimientos personales, comerciales, recreativos, lúdicos o laborales que desarrollamos habitualmente y para ello poníamos como ejemplo su intromisión en la intimidad de los usuarios de internet a cuenta de una supuesta protección moral, retorcidamente hipócrita, que pretendían brindar a nuestros desvalidos niños, emanada de la Ley Orgánica para la protección de las personas menores de edad en los entornos digitales. Una perversa maniobra de ingeniería social que justificará la implantación y normalización de una cartera digital personal donde se recogerán tus datos y que les servirá como excusa para administrar y restringir tus futuros movimientos digitales. Evidenciábamos así una de esas frecuentes maniobras e intentonas de control, anulación y subordinación ciudadana, otra muestra más, al fin y al cabo, del intervencionismo estatal desaforado e indisimulado que practican.


Pues bien, lejos de contenerse, reprimir sus ansias y dosificar sus envites, vuelven una vez más a la carga y la penúltima de Jaimito, dentro de esta ronda de despropósitos, es el contenido del Real Decreto 933/2021, de 26 de octubre, por el que se establecen las obligaciones de registro documental e información de las personas físicas o jurídicas que ejercen actividades de hospedaje y alquiler de vehículos a motor. Por resumir brevemente, esta nueva imposición normativa exige que, en el caso de que, por poner un ejemplo, se te ocurra irte de viaje con tu familia a visitar un bonito pueblo de Badajoz y pernoctes en un hotel o casa rural, o si, por ventura, osas alquilar un coche para moverte por dicha provincia extremeña, estáis todos (padres e hijos incluidos) obligados a firmar en un parte de entrada del establecimiento y en una hoja de servicio en la empresa de alquiler de vehículos, además de a aportar los siguientes datos personales de todos los componentes del grupo (sí, no sólo los tuyos), a saber: nombre y apellidos, sexo, DNI, nacionalidad, fecha nacimiento, dirección de residencia habitual, teléfono, correo electrónico, relación de parentesco entre viajeros, más todos los datos referentes al pago del servicio (si lo has hecho en efectivo, con tarjeta, por transferencia,…,datos de la tarjeta y fecha de pago, etc.). Considero oportuno sugerir, añado yo, que, además de toda esta información, esencial y vital para dormir una noche fuera de casa, deberíamos aportar voluntariamente algunos datos más y redactarles un pequeño informe del viaje que remitir al ministerio, indicando, por ejemplo, qué prendas de ropa y complementos hemos utilizado y dónde los hemos adquirido, dónde y qué hemos comido, cuántas cervezas nos hemos tomado antes de la ingesta principal, con quiénes hemos hablado y sobre qué asuntos, si hemos detectado alguna irregularidad normativa o infracción que denunciar y algún otro aspecto trascendente que ahora se me escapa y que seguro satisfará el apetito de la administración. Sería  muy útil, ciertamente y nos reportaría suculentos puntos en el carnet de buen ciudadano.


Como vemos, Papá Estado no necesita colocar un rastreador en tu teléfono móvil para saber qué haces y por dónde andas, tal y como los papis y mamis modernos vienen haciendo con algunos adolescentes. En nuestro caso ya le proporcionamos estos datos nosotros mismos, directa y gustosamente.


Pues bien, si esto ya parece de por si desmedido y disparatado, lo más grave de todo es que esta normativa tan urgente se autojustifica por razón de interés general (que… digo yo, ¿quién establece y en función de qué parámetros este supuesto interés general?, ¿quizás algún nuevo comité de expertos?) y se argumenta en base a la premisa de que: dado que las dos principales causas de la inseguridad ciudadana son la actividad terrorista y el crimen organizado, se hace necesario implementar medidas de protección y prevención para garantizar “la vida y la libertad de los miembros de nuestra sociedad”. ¡Y se quedan tan panchos, oye! Sí, sí, están refiriéndose a la sociedad en España, a la tuya, a la mía. Y te preguntarás, con razón, ¿en qué país viven estos señores?, ¿en qué realidad o mundo paralelo habitan?, ¿qué percepción distorsionada tienen de su entorno o, aun peor, qué percepción alterada quieren vender y transmitir a la población? Es que es para troncharse. Porque, digo yo, ¿de verdad, a fecha de hoy, la inseguridad ciudadana en cualquiera de nuestras ciudades y pueblos es consecuencia, precisamente, de actividades terroristas? Seguro, seguro que se os ocurren muchos otros factores y causas, más cercanos y tangibles, más inmediatos, que la explican. Y es que están locos estos romanos… y no pierden ocasión para apelar y recurrir al resorte del miedo, de la alarma social global e inaprensible, aunque sea ésta apoyada en un temor infundado. Por cierto, cuando hablan de actividades terroristas y crimen organizado, ¿incluyen a los propios del Estado? No, imagino que esas variantes no se contemplan, solo se ocultan.


Leyendo todo esto podrás pensar que, en el improbable caso de que no seas un terrorista islámico o un sicario al servicio de algún cártel sudamericano, no tiene demasiado sentido obligarte a ceder esta información personal tan gratuitamente y te preguntarás para qué necesita el Ministerio del Interior disponer de una base de datos con todos los registros de tus movimientos dentro de tu propio país, porque, claro  está, como ya supondrás, estos datos que tú aportes serán registrados y comunicados a las “autoridades competentes”, lo cual no nos deja especialmente tranquilos, dada la proverbial competencia (y solvencia) de estas “autoridades” y la convicción de que nuestros datos no van a ser precisamente utilizados para el control y erradicación del crimen mundial, sino más bien para el rastreo de movimientos y actividades del ciudadano y la obtención de patrones de movilidad y comportamiento (información de perfiles personales muy valiosos y golosos dentro del mercado). Y es que, según la disposición adicional segunda de este Real Decreto: La transmisión y conservación de los datos exigida por este real decreto a los sujetos obligados se hará conforme a los sistemas y procedimientos que se establezcan por el Ministerio del Interior. ¡Vaya, qué  alivio!


Otra letra pequeña a considerar y valorar con detenimiento es la del preámbulo del documento, donde se habla reiteradamente de la “adaptación de medidas y normas a la nueva realidad social”. Pensemos y echémonos a temblar: ¿Cuál es esta nueva realidad social de la que hablan? Pues no es otra que la que ellos se esfuerzan en diseñar e implantar y a la que debemos plegarnos obedientemente. Una vez más la imposición conceptual machacona para asentar una neolengua cognitivamente aberrante y distorsionante y, con ello, precisamente eso, dar cuerpo a una nueva realidad, un nuevo estado de las cosas que controlar y administrar.


Queridos amigos, estoy absolutamente convencido de que vivimos en el Siglo de la Confusión, desprecintado violentamente con el evento del 11-S; muy probablemente la inauguración y puesta de largo de una nueva edad histórica definida por cambios tan vertiginosos como radicales. Intentamos caminar con cierto tino y criterio, preservando nuestra condición humana entre una cortina perpetua y nauseabunda de humo y desconcierto que pretende enmascarar transformaciones sociopolíticas y humanísticas muy intensas. Una nueva etapa durante la cual se están volcando paradigmas y cuestionando antiguas convicciones, donde se están poniendo muchas cartas boca arriba, cartas que manifiestan, de manera palmaria, mecanismos y entresijos que la alta política (no los mindundis que nos gobiernan) lleva probando para conseguir el control mundial. Durante los siglos precedentes, estos movimientos se han ido camuflando o impulsando entre grandes tragedias y catástrofes, conflictos bélicos mundiales, guerras, invasiones y saqueos de países, explotación y monopolización de recursos, compra-venta de naciones, creación de federaciones, organizaciones internacionales, tratados militares y muchas otras artimañas. Buena parte de estos armazones y estructuras geopolíticas han perdido la fuerza y respetabilidad de que en su momento gozaron, quedando obsoletas, carentes de empuje, demasiado expuestas y en constante entredicho, por lo que se está optando por cambiar la estrategia hacia otros modelos de control más sibilinos pero no por ello menos evidentes y aborrecibles.


Nos ha tocado vivir y presenciar el derrumbe de un sistema carcomido, agotado y degradado, impuesto tras el triunfo de las ideas ilustradas, del apogeo de las revoluciones liberales y la presunta caída del antiguo régimen durante los siglos XVIII y XIX y que tan atractivamente se nos ha intentado vender en los libros de historia. Nos corresponde a nosotros la desagradable tarea de quitar el velo y señalar la impudicia de estos sistemas de gobiernos corruptos, tiránicos, mafiosos y criminales que tanto padecemos, como es el de nuestro propio país, una auténtica colonia al servicio de intereses extranacionales. Nos compete ser denunciantes y cronistas de una decadencia social y ética apabullantes, donde, de manera vertiginosa, son normalizados cambios tan disparatados como antihumanos, donde ya nada parece ser real y posee más valor la opinión que el conocimiento, donde impera un relativismo conceptual y moral capaz de justificar, legitimar y amparar cualquier aberración, donde se nos paga por alabar una nueva religión social que santifica la estupidez, la dependencia y la debilidad.


Tranquilos, el tiempo lo curará todo, como se suele decir. Solo resta acomodarse, relajarse y disfrutar del increíble espectáculo que estamos a punto de presenciar.  

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1 Comment


Geles Cano
Geles Cano
Oct 15, 2024

Gracias por tu artículo, tan claro como siempre. Pero ya te digo que muchos más de los que pensamos venden su libertad a cambio de una supuesta seguridad. Con la táctica tan manida y evidente de yo te creo el problema y te doy la solución, llevan muchísimo tiempo pastoreando al personal.

Un panorama desolador.

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