"...Así que, recuerda, cuando te sientas muy pequeño e inseguro, ¡Qué increíblemente improbable es tu nacimiento! y reza para que haya vida inteligente en algún lugar del espacio, porque no hay nada aquí abajo, en la Tierra"
(Eric Idle. 1983. Galaxy song)
Suena el timbre de un tranquilo hogar londinense. El propietario de la casa (Terry Gilliam), ataviado como un andrajoso hippie, abre la puerta y se topa con lo que parecen ser dos enormes operarios sanitarios (John Cleese y Graham Chapman) que le preguntan, con total profesionalidad, si podría darles su hígado, a lo que el propietario de la vivienda responde, algo desconcertado: Bueno…lo estoy utilizando. Decididos, los enfermeros entran por la fuerza e inmovilizan al paciente, le registran, le confiscan un carné de donante de órganos y llevándolo a rastras hasta el salón, lo inmovilizan sobre una mesa para proceder a una sangrienta y explosiva extirpación en vivo de la víscera, empleando serruchos, alicates, pinzas… En medio de gritos inhumanos de dolor, salpicaduras y borbotones de sangre, la esposa (un travestido Terry Jones), asomada tímidamente a la escena, reprocha el candor y despreocupación de su marido al acceder a esos negocios y hacerse con esos malditos carnés gratuitos, a la vez que pregunta distraídamente a uno de los asaltantes: “¿Y qué es lo que hacen con todos esos hígados?” A lo que éste le responde, orgulloso: “Sirven para salvar vidas, señora”. Ella, algo más tranquila y complacida, replica en tono nostálgico: “Es lo que él decía siempre…es por el bien del país”. A continuación la señora pregunta al otro enfermero si, efectivamente, ellos son médicos. Estos se miran entre sí y rompen a reír, respondiendo aliviados: “Por supuesto que no, señora”. Finalmente, la esposa, compungida y resignada, les ofrece una taza de té, abandonando al marido agonizante en el salón para, ni corta ni perezosa, comenzar a flirtear con uno de ellos, el cual, envalentonado en pleno juego seductor, le pide permiso para coger su hígado. La escena, delirante y magistral, que finaliza con la interpretación de una alegre cancioncilla metafísica a cargo de Eric Idle, saliendo desde un frigorífico con chaqué rosa, corresponde a la quinta parte o episodio: “Trasplante de órganos vivos” de la peli de 1983, Monty Python's The Meaning of Life, titulada en nuestro país El sentido de la vida, protagonizada y dirigida por los miembros del genial grupo cómico británico, auténticos maestros de la irreverencia y la corrosión, profetas del absurdo o, dicho de otro modo, de lo que vendría algunas décadas después.
2024. Entran de una patada un par de tipos enormes en tu vivienda, sin llamar al timbre ni identificarse, únicamente te informan de que forman parte de un comité de expertos gubernamental cualquiera (qué más da). Ocupan tu hogar, se enseñorean de la escena y exponen brevemente a tus alarmados familiares que han investigado el contenido de tu móvil y redes sociales, tus opiniones, tu perfil, tus amistades, gustos y vicios. Así legitimados, te levantan desde las axilas, te arrastran a la cocina, donde te aprisionan contra una fría mesa blanca, inyectan el contenido de una jeringuilla en tu brazo y comienzan a acosarte con extrañas preguntas, del tipo:
- Perdone, ciudadano ¿podría darnos su cerebro?
- Bueno…no, miren, lo estoy utilizando ahora.
(Risas)
- No nos consta. Y... ¿qué hay de su libre albedrío, su conciencia, su sentido crítico, su instinto, su sentido común, su libertad, su soberanía? No nos diga que también las está utilizando.
(Continúan, contenidas, las risas)
- Miren, no sé muy bien de qué me están hablando, ¿albedrío, soberanía, sentido.. qué?, estoy confundido, no sé qué es todo esto…yo no quiero líos, solo que me dejen en paz. Yo pago religiosamente todo lo que me ordenan, no me meto en líos, voto cada cuatro años y no cuestiono nada de lo que no me incumbe.
Los operarios se miran entre sí con gesto cansado y condescendiente, para decirte, finalmente, en tono conciliador:
- Claro, lo entendemos, demasiados compromisos y una pesada carga para una sola persona. No se preocupe por nada, ciudadano, relájese, nos haremos cargo de todo ello por usted. El Estado garantizará siempre su confort y felicidad. Firme aquí, por favor, se trata de un simple carnet vital de donante, nada especial.
La venganza de los animales. Caricatura de vivisección. 1909. Escuela francesa.
Me encanta como relacionas el cine con la realidad. Da más miedo la última.. Enhorabuena.